jueves, 30 de mayo de 2013

COMENTARIO

El hombre es acusado de ser violento, pero ¿de dónde nace toda esta violencia proyectada hacia su familia? ¿Acaso esto es un tipo de ‘’circulo vicioso’’ que lo único que hace es destruir hogares? Y en efecto lo es. El adiestrar a niños para que sean los violentadores del mañana, es un circulo vicioso social que no tiene pare y lastimosamente se dan en el hogar de cada miembro que hoy llamamos sociedad.
Todos los miembros de familia intervienen en la formación de la AUTORIDAD del mañana, claro que el que lleva el protagonismo y las riendas de dicha instrucción es el padre; ya que las hermanas y madre son utilizadas como una ‘’practica’’ de lo que el niño afrontará con su familia propia.
Definir al padre, en su rol de maestro de masculinidad no es tan difícil. Simple: jefe – dominante – manipulador – ve a la mujer como su posesión – da órdenes. El niño al ver este entorno en su hogar, pues creerá que sucede en todos los hogares, que es normal, cotidiano. Y teniendo esta idea errónea, se formara en base de micromachismos, valores absurdos (donde el más favorecido es el hombre) y sobre todo; creerá que cuando algo no sigue esa línea protocolar a la que estuvo adherido durante años, recurrirá a la violencia.
Pero como toda AUTORIDAD tiene sus momentos de dominio; también posee sus momentos de derrota; y es a lo que se llama ‘’ el riesgo fatal’’. El riesgo fatal se manifiesta cuando el hombre siente que el PODER que tiene sobre su familia o su pareja decae. Al perder esa figura de ‘’superior’’ se sumerge en todo un dilema en cómo recuperarlo, pues al no tener el CONTROL se siente al abismo de la muerte o de un laberinto sin salida, pues lo único que poseía para ser FELIZ está a punto de ser perdido, lo cual también significaría su fracaso como hombre.

El dominio, el control y la violencia. ¿Qué sería de  nuestras vidas sin estos tres aspectos? Apostaría que mucho más calmada y cordial. Cada uno tendría el lugar que se merece como persona, compañero, hombre y mujer. Ya no se vería tanta crueldad del que hoy somos participes y hasta cómplices. ¿Por qué cómplices? Porque vemos todo esto y simplemente callamos, tal vez porque no recibimos apoyo de nuestras autoridades, tal vez porque las leyes no nos amparan lo suficiente o tal vez porque todos nos hemos adecuado a este sistema, donde la violencia repercute en nuestras vidas y lamentablemente forma parte de ella.

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